BLANCO Y NEGRO… ¿Y EL GRIS?
MAG
Historia
CAPÍTULO 20
JULIANA
Me desperté sobresaltada cuando escuché el celular, no
supe en qué momento me había dormido pero al ver a Esteban a mi lado recordé que
los niños estaban con Armando. Mi alma se congeló cuando vi que era él quien
llamaba, para hacerlo a esa hora solo podía ser una emergencia, y justo tenía
que pasar el día que Esteban se quedaba a dormir por primera vez en mi casa,
seguro que Armando me lo reprocharía toda la vida. –¿Qué pasó? –contesté sin
poder disimular el desespero en mi voz.
–Discúlpame
si interrumpo tu noche loca con tu noviecito.
Su saludo
me molestó de tal manera que no pude dejarlo continuar. –¿Llamaste solo para
saber si estoy cogiendo con Esteban? –estaba tan furiosa que levanté un poco la
voz en ese momento despertando a Esteban.
–Tienes
a un adolescente en casa.
–No voy
a tener la misma discusión acerca de la edad de Esteban –estaba indignada ¿Cómo
se le ocurría llamar a esa hora para reclamarme?
–Me importa
una mierda la edad de tu novio, te digo que tienes a un adolescente en casa y
no me refiero al que te estás cogiendo sino al que está durmiendo en la habitación
de Diego, y que él ayudó a entrar –me gritó al otro lado de la línea.
–¿Qué?
–no entendía nada ¿De qué estaba hablando? A medida que me explicaba, ya un
poco más calmado, no sabía cómo sentirme. Estúpida por reclamarle cosas que no venían
al caso. Furiosa por lo que había hecho Diego. Invadida por la presencia en mi
casa de un chico del que ni siquiera sabía y que probablemente me había
escuchado gritar, con cada orgasmo, hacía unas horas. Eran muchas emociones y
todas juntas. Cuando entré en la habitación de mi hijo, me encontré con un
chico asustado, quizás tanto como lo estaba yo. Horas antes le había dicho a su
padre que no lo había visto y no había mentido, pero ahora lo tenía frente a mí
y no tenía idea de cómo iba a tomarlo su familia–. Aquí está –le dije a Armando,
aun con el celular en mi oreja–. Te llamo luego –y sin esperar finalicé la
llamada.
PETER
Cuando la señora Juliana entró en la habitación me
levanté de un salto, por su cara supe que no esperaba verme aquí. Hablaba por teléfono
con alguien y apenas se despidió. Un hombre joven sin camisa y en bóxer llegó
más atrás, supuse que era su novio y supe porque Diego hablaba así de él. Era bastante
joven. –Por favor no llame a mi papá –le rogué apenas con poco aliento.
Ella
se sentó en la cama y me dijo que hiciera lo mismo, le pidió a su novio que nos
dejara solos pero él no quería, al contrario, quería llamar a la policía, pero
ella se negó. Estuvimos hablando por un buen rato, por supuesto, ella me
preguntó porque había escapado y yo le conté cómo estaban las cosas en mi casa.
No quería llorar pero no pude evitarlo. Hablar de mis problemas y de cómo me
siento que mi papá ya no me quiere, no es fácil. Pero ella supo consolarme y me
hizo entender que separados o no los padres siempre quieren a sus hijos y me
puso como ejemplo al señor Armando. Yo lo veía medio gruñón pero ella a pesar
de estar divorciados o separados, me habló muy bien de él y como es con Diego,
Saraí y Jonathan y me dio valor para llamar a mi papá, aunque yo me moría de
miedo. Conociendo a mi papá, al saber que estaba bien y que no me había pasado
nada. Seguro, seguro me mataba él mismo.
La señora
Juliana me prestó su celular para llamarlo. Cuando escuché la voz desesperada
de mi papá diciendo mi nombre al otro lado del cel sin saber si era yo o no, me
sentí muy mal y volví a llorar mientras le contestaba. –It’s me daddy, I’m ok.
DIEGO
Mi papá nos metió a todos en el carro y fuimos a casa de
mi mamá, no sé si nos llevó por la hora que era o porque tenía miedo de que yo
volviera a meter la pata de la forma que lo hice. Aunque creo que nos llevó porque
tenía el presentimiento, como yo, de que algo iba a pasar.
Cuando
llegamos había mucha gente y muchas luces de policías alrededor de mi casa. Mi
papá y yo bajamos del carro enseguida, Saraí y Johnny lo hicieron después. Justo
en ese momento estaban metiendo al baboso novio de mi mamá a un carro de la policía.
Estaba esposado igual que ella, cuando la vi me llené de rabia y me dieron
ganas de matar a Peter, estaba enojado con él y quería matarlo. La policía creía
que mi mamá tenía algo que ver con su escape y no era así, yo tenía que hacer
algo.
Corrí
para alejar al policía de mi mamá que intentaba meterla en el carro, pero otro policía
me detuvo. Saraí y Johnny gritaban. Mi papá se acercó al policía que tenía a mi
mamá. –¡Suelta a mi esposa hijo de puta! –le gritó y vi cómo le dio un puñetazo
que lo hizo sangrar. Otros policías sostuvieron a mi papá para que no siguiera
golpeando al hombre, eso distrajo al imbécil que me había agarrado a mí, me
acerqué a mi mamá y otro policía me agarró y me separó de ella.
–¡El
único que puede arreglar esto es Peter! –gritó Saraí no sé desde dónde. Pero yo
no sabía dónde estaba ese idiota y si lo veía lo mataba.
El carro
donde iban mi mamá y su novio desapareció al doblar en la esquina, a mi papá
también lo querían meter en otro, pero él levantó las manos y se calmó un poco,
disculpándose con todos. Un tipo que no estaba vestido de policía se acercó a
él, estuvieron hablando por un rato pero solo escuché la última parte. –¿Si quieren
detener a alguien, por qué no se llevan a Diego? –le gritó al hombre mientras
me señalaba. Yo no lo podía creer ¿Mi papá quería que me llevaran preso? Sabía que
había metido la pata pero no pensé que mi papá me quisiera ver preso y eso me
dolió mucho–. Él ayudó a su amigo a escapar, pregúntenle… Mi esposa es
inocente, no hizo nada.
El hombre
se acercó a mí y yo creía que iba a vomitar, sentí mi estómago revuelto del
mismo modo cuando sabía que me castigarían.
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