El Pequeño Magnate I - Secretos y Revelaciones

domingo, 8 de octubre de 2017

La Sonrisa más Sincera



LA SONRISA MÁS SINCERA

MAG


Relato Corto






La vida no había sido fácil para Alba, desde muy joven había quedado sola en el mundo y tuvo que salir adelante, abriéndose paso ante todos los que decían que no podía lograr las cosas. Cada vez que se presentaba un obstáculo, se llenaba de fuerzas y valor para superarlo. 

Como todas las mañanas despertaba sintiéndose afortunada de seguir viva, tomaba una taza de café cargado para despertar con energía y salía a correr durante media hora. Al conectar sus auriculares, se olvidaba del mundo. La música la llenaba. Sin importar el género, se sentía feliz al escuchar cualquier melodía. Cuando regresaba de correr, se preparaba un batido de proteínas y un buen desayuno nutritivo. Había aprendido a cuidarse, aunque no pensaba en el aspecto físico, sino en su salud, de unos años a la fecha era lo más importante en su vida. 

Luego de su desayuno, entraba a la ducha. Ese era el segundo momento de relax que tenía en el día, el segundo momento que lograba desconectarla del mundo. 

Una vez preparada para enfrentarse al mundo laboral, iba impecablemente vestida. Un conjunto de blazer y falda de tubo, negro, blusa beige sin mangas y su abrigo. Su trabajo en el banco no era el más entretenido, pero en algunas ocasiones podía ayudar a las personas a conseguir sus créditos. Pasaba ocho horas diarias evaluando solicitudes de créditos, entrevistando personas y llenando formas, pero nunca se le veía enojada, decaída o deprimida. 

Sus compañeros de trabajos y vecinos no sabían de dónde sacaba tanta energía ni cómo podía mantenerse tan positiva ante la vida, y es que desde que le diagnosticaran cáncer de mama, innumerables sesiones de quimioterapia, dos cirugías, una de ellas mastectomía bilateral radical y algunos años después, una histerectomía total, se sintió disminuida como mujer, pero su optimismo  no disminuyó. Pensó que su experiencia podía serle útil a muchas personas y se unió a grupos de ayuda.


Ahora, después de más de diez años, continuaba con su labor de ayudar a los demás. Todos los días al salir del banco, se dirigía al departamento de pediatría del hospital donde le salvaron la vida, según decía. Había logrado conseguir, con la ayuda de los médicos pediatras, un casillero donde tenía todo lo que necesitaba. Entraba en el vestidor con sus elegantes ropas de trabajo y salía vestida de alegría para los más pequeños. Una peluca de rizos rojos, maquillaje blanco y rojo alrededor de la boca, nariz roja redondeada y ropa multicolor. 

Regalaba sonrisas a los niños internados con algún tipo de cáncer, aquellos que siendo tan pequeños estaban pasando por lo mismo que ella había pasado. Entendía a la perfección como se sentían y sabía como animarlos y a la vez disfrutaba de su compañía. 

Sabía que nunca podría tener hijos, por lo que sintió que adoptaba a todos esos pequeños por dos horas al día y le daba lo mejor que tenía, su sonrisa, su optimismo y su amor. 




1 comentario:

  1. Guau. Resulte que si tengo corazón y estas historias, ésta y la otra que no comente xq es muy triste (el dolor no es solo fisico) me removieron todo.

    ResponderBorrar