LA SONRISA MÁS SINCERA
MAG
Relato Corto
La vida
no había sido fácil para Alba, desde muy joven había quedado sola en el mundo y
tuvo que salir adelante, abriéndose paso ante todos los que decían que no podía
lograr las cosas. Cada vez que se presentaba un obstáculo, se llenaba de
fuerzas y valor para superarlo.
Como
todas las mañanas despertaba sintiéndose afortunada de seguir viva, tomaba una taza
de café cargado para despertar con energía y salía a correr durante media hora.
Al conectar sus auriculares, se olvidaba del mundo. La música la llenaba. Sin
importar el género, se sentía feliz al escuchar cualquier melodía. Cuando
regresaba de correr, se preparaba un batido de proteínas y un buen desayuno
nutritivo. Había aprendido a cuidarse, aunque no pensaba en el aspecto físico,
sino en su salud, de unos años a la fecha era lo más importante en su vida.
Luego
de su desayuno, entraba a la ducha. Ese era el segundo momento de relax que
tenía en el día, el segundo momento que lograba desconectarla del mundo.
Una
vez preparada para enfrentarse al mundo laboral, iba impecablemente vestida. Un
conjunto de blazer y falda de tubo, negro, blusa beige sin mangas y su abrigo.
Su trabajo en el banco no era el más entretenido, pero en algunas ocasiones
podía ayudar a las personas a conseguir sus créditos. Pasaba ocho horas diarias
evaluando solicitudes de créditos, entrevistando personas y llenando formas,
pero nunca se le veía enojada, decaída o deprimida.
Sus
compañeros de trabajos y vecinos no sabían de dónde sacaba tanta energía ni cómo
podía mantenerse tan positiva ante la vida, y es que desde que le
diagnosticaran cáncer de mama, innumerables sesiones de quimioterapia, dos
cirugías, una de ellas mastectomía bilateral radical y algunos años después,
una histerectomía total, se sintió disminuida como mujer, pero su
optimismo no disminuyó. Pensó que su
experiencia podía serle útil a muchas personas y se unió a grupos de ayuda.
Ahora,
después de más de diez años, continuaba con su labor de ayudar a los demás.
Todos los días al salir del banco, se dirigía al departamento de pediatría del
hospital donde le salvaron la vida, según decía. Había logrado conseguir, con
la ayuda de los médicos pediatras, un casillero donde tenía todo lo que
necesitaba. Entraba en el vestidor con sus elegantes ropas de trabajo y salía
vestida de alegría para los más pequeños. Una peluca de rizos rojos, maquillaje
blanco y rojo alrededor de la boca, nariz roja redondeada y ropa multicolor.
Regalaba
sonrisas a los niños internados con algún tipo de cáncer, aquellos que siendo
tan pequeños estaban pasando por lo mismo que ella había pasado. Entendía a la
perfección como se sentían y sabía como animarlos y a la vez disfrutaba de su
compañía.
Sabía
que nunca podría tener hijos, por lo que sintió que adoptaba a todos esos
pequeños por dos horas al día y le daba lo mejor que tenía, su sonrisa, su
optimismo y su amor.
Guau. Resulte que si tengo corazón y estas historias, ésta y la otra que no comente xq es muy triste (el dolor no es solo fisico) me removieron todo.
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