DE UN PORTAL A OTRO
MAG
Relato Corto
Se
despertó y se sorprendió al ver que no era el mismo lugar donde se había
quedado dormido. Lo vio todo tan hermoso que no creyó que fuera verdad.
El
cielo estaba despejado, solo algunas nubes formaban figuras de animales, vio
pajaritos por todas partes, árboles frondosos, el pasto es el más verde que
jamás había visto. Miró a su derecha y vio un lago, azul como el cielo, donde
solo se reflejaban las pocas nubes que había. Miró a su izquierda y vio un
rosal, el jardín más hermoso que había visto, todo tipo de flores que pudiera
imaginar. La belleza de los colores y el aroma, era embriagador. Aquel lugar
era realmente hermoso, no se podía explicar cómo había llegado allí, pero se
sentía a gusto, sentía una profunda paz, nada le preocupaba, nada le importaba.
Había una brisa cálida, ni fría ni caliente, simplemente agradable.
Comenzó
a caminar con la esperanza de encontrar a alguien más, pero sólo vio ardillas
en los árboles, pajaritos volando de un lado a otro y uno que otro conejo
comiendo del pasto. Sintió hambre, tomó varias frutas y las comió sentado
debajo de un árbol, se puso a pensar cómo había llegado allí sin encontrar
respuesta, quería volver, a pesar de que se sentía, deseaba volver. No le
gustaba la idea de ser la única persona allí, su deseo de volver y frustración
era tan grande que se echó a llorar como un niño pequeño.
Luego
de unos minutos una luz brillante apareció delante de él, un circulo brillante
cegador, un portal. Un portal hacia su mundo, el mundo que había dejado con sus
amigos. Se levantó y secó sus lágrimas, tenía miedo y su corazón estaba
desbocado, dudó por unos segundos si debía cruzar esa luz, pero se miró a su
alrededor y se vio solo. Se armó de valor y cerrando los ojos entró poco a
poco, sintió como si algo en sus entrañas se desgarrara, cuando lo cruzó por
completo la luz desapareció. Se vio en un mundo totalmente diferente al que
había dejado.
Había
muchas personas, pero parecían muertos en vida, con rostros inexpresivos, la
mirada perdida y sin rumbo fijo. Por donde pasaba, la gente se lamentaba. Creyó
ver a una mujer desgarrando la piel de otra para poder alimentarse. Vio un
lago, pero al contrario del que había visto antes, este lago parecía lava pura,
roja, caliente y humeante. Ese lugar le gustó mucho menos que el otro. Allí, en
vez de paz sentía dolor, sentía el dolor de los demás, no pudo evitar llorar al
ver cómo una mujer se lanzó al lago hirviente, desesperada por huir del
sufrimiento, pero era imposible escapar, por mucho que allí se buscara la
muerte, no la encontraban. Ya estaban muertos, se dijo así mismo. Corrió con la
esperanza de encontrar una salida, pero no había nada más que dolor y
sufrimiento. De repente otra luz apareció frente a él, un nuevo portal, no lo
dudó y lo cruzó, pensó que tal vez regresaría al prado de donde había llegado,
pero una vez más se sorprendió.
No
era el paisaje bonito donde había estado, sino era un pasillo con tres puertas
de un lado y dos del otro. Entró y trató de abrir todas las puertas sin éxito
alguno, se desesperó y fue presa del miedo. Tres de las puertas se iluminaron y
las puertas desaparecieron, se acercó a la primera y vio parte de su pasado, se
miró así mismo cuando era niño, lloró otra vez al revivir el momento en el cual
su padre murió, era un pequeño indefenso, se vio así mismo tan vulnerable, el
portal se cerró, la puerta volvió a aparecer, sólida, cerrada. Se acercó al
segundo portal y vio su futuro, un hombre de éxito incalculable pero vacío,
solo y amargado, sin nadie que lo esperase, sintió dolor como si algo dentro de
él se quebrara, no entendió por qué había visto esa parte de su vida que aún no
llegaba, el segundo portal se cerró y fue de nuevo una puerta. En el tercer
portal vio su presente, él estaba acostado en la camilla de un hospital, con
cables, tubos, médicos y enfermeras a su alrededor.
Fue
entonces cuando lo recordó todo, recordó el accidente que había tenido. Él y su
mejor amiga, su novia desde la infancia, iban en el auto y tuvieron una
discusión en la cual él había perdido el control del mismo. Quiso regresar,
pero una enfermera entró diciendo que la joven no se había salvado, sintió que
algo nuevamente se quebraba dentro de él. Retrocedió un paso y las dos puertas
que estaban del otro lado se iluminaron, miró y para su asombro eran los
lugares donde había estado. Se retiró de su presente mientras oía a la
enfermera decirle al médico que lo perdían.
Pasados
unos minutos se cerró el portal de su presente y en ése momento sintió como una
extraña fuerza lo atraía hacia uno de los nuevos portales, se resistió pero fue
inútil. Al cruzarlo todo era diferente a la primera vez. Había mucha gente, era
el mismo prado, con el mismo lago y el mismo rosal, pero con personas que
disfrutaban, como si se tratara de un día de campo. Alguien le puso la mano en
el hombro, se giró y no pudo evitar llorar al ver a un hombre muy parecido a
él, su padre. Tenía una gran sonrisa y señalaba a una muchacha sentada en el pasto
con un conejito entre sus brazos. –Ya no tienes de que preocuparte… ella está
aquí, te está esperando.
NOTA: Este relato es uno de los primeros que escribí, hace unos 20 años aproximadamente. No es uno de mis mejores escritos pero quise compartirlo.
No se como se te ocurren estas cosas jaja pero esta esta muy bueno. De los relatos que voy leyendo hasta ahora el comun denominador es que tendejan sin saber que decir
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