BLANCO Y NEGRO... ¿Y EL GRIS?
MAG
Historia
CAPÍTULO 5
DIEGO
Estaba discutiendo con mi papá cuando entramos en la
casa. Para él todo era muy fácil, yo tenía que estar castigado el resto del
mes, pero si apenas estamos a catorce ¿Cómo me van a castigar el mes entero? Él
decía que ya no sabían que hacer conmigo y por eso me habían castigado todo ese
tiempo, a ver si aprendía. ¿Cómo pueden los padres ser tan crueles?
En
eso estábamos al entrar, pero me quedé de piedra cuando vi al imbécil que me
había metido en problemas y por el cual estaba castigado. Estaba ahí parado la
lado de mi hermana y mi mamá con cara de estúpido. No pude contenerme y me
abalancé sobre él y lo golpeé, partiéndole el labio otra vez, Saraí me gritó no
sé qué cosa, igual que mi mamá y mi papá. Yo no podía escuchar, estaba furioso
y no me importaba nada. –¿Qué hace este imbécil aquí? –grité por encima de mis
padres. Mi mamá estaba atendiendo al estúpido y mi papá me agarró por el brazo,
iba regañándome mientras subíamos las escaleras. Me dio dos nalgadas muy
fuertes cuando llegamos al piso superior.
Me
sentí humillado, mi papá me pegó como si tuviera la edad de Johnny, no me dolió
tanto lo fuerte de las nalgadas como la humillación que me hizo pasar, estoy
seguro que ese estúpido logró verme desde donde estaba, y comenzaría a
molestarme en la escuela. –¿Pero, qué te pasa? –gritó mi papá metiéndome en mi
habitación a la fuerza–. Ese niño no te hizo nada ¿Por qué le pegaste?
–Ese
estúpido hizo que me expulsaran –grité también, a ver si así entendía mi punto,
pero solo logré que me diera dos nalgadas más. No pude evitar llorar en
silencio, de verdad me habían dolido.
–Ya cálmate,
Diego –me zarandeó un poco–. No eres un niño para hacer esta clase de
berrinche.
–Pero
es que tú no entiendes.
–Lo
único que entiendo es que agrediste a un niño que no te hizo nada.
–Me quitó
a Andrea –grité, como si eso explicara todo.
Mi papá
solo suspiró y me dejó en mi habitación. Mi mamá subió unos minutos después y
volvió a gritarme, sin dejar que me explicara. Al parecer ese imbécil ya le
había lavado el cerebro. Me castigó sin salir de mi habitación por el resto de
la tarde.
Y de
nuevo estoy aquí, mirando el techo de mi habitación por culpa de ese imbécil.
Como lo odio.
PETER
Mi papá
pasó por mí a casa de Saraí, la señora Juliana quiso acompañarme hasta la salida
para explicarle lo que había pasado pero yo me opuse, no necesitaba que nadie
hablara por mí. Por supuesto no se lo dije así, solo le hice saber que no hacía
falta.
Cuando
entré en el auto, mi papá me saludó y cuando se dio cuenta de mi labio partido
me miró furioso.–¿Pero, qué pasa contigo? –siseó, para que los guardaespaldas
no se enteraran–. ¿Otra vez te peleaste? ¿Es que acaso te vas a pelear todos
los días?
–Dad please, let me explain to you.
–Precisamente,
estoy esperando una explicación.
–But, you don’t let me talk to you.
–En español,
Peter –me gritó–. Aquí se habla en español.
No sabía
cómo decirle lo que había pasado, bueno, es que no me dejaba explicarle nada,
ni siquiera me dejaba hablar. Siempre me he sentido más cómodo hablando en mi
idioma nativo, y a veces las palabras no me salen en otros idiomas cuando tengo
que explicar algo importante o cuando me pongo nervioso. Él lo sabía pero en
ese momento no le importaba.
Llegamos
a casa y entró gritándome y riñéndome, tal como había entrado Diego con su papá.
–¿Cómo es posible que el segundo día de clases también te hayas peleado? Si el
director vuelve a llamarme o a enviarme una nota...
–Pero
no fue en la escuela –comencé a explicarme, pero enseguida me cortó.
–¿Entonces
esperaste a salir de la escuela para enredarte a golpes? Si tanto quieres
boxear ¿Por qué no lo dices?
–¿Qué
sucede? –preguntó mi mamá llegando con mi hermanita al salón donde mi papá no
dejaba de gritarme–. ¿Peter, cariño qué te pasó?
–Pasó
que no deja de pelear –contestó mi papá.
–Yo no
peleé –grité, harto de los gritos de mi papá–. El mismo imbécil que me hizo
esto el viernes, me golpeó hoy en su casa –mis padres fruncieron el ceño, era
obvio que no entendían nada, pero no me intimidaron y continué gritando–. Fui a
casa de Saraí para estudiar y resultó ser la melliza de ese imbécil, cuando me
vio me golpeó de la nada, pero a ti solo te importa evitar escándalos –era la
primera vez que le gritaba a mi papá, no soy un chico modelo pero siempre lo he
respetado.
–Sube
a tu habitación, estás castigado –gritó muy furioso, evidentemente no le gustó
lo que le dije.
–¡Pero
no hice nada!
–Joe
–quiso intervenir mi mamá.
–No te
metas Leeanne, desde hace días está buscando que lo castigue y es exactamente
lo que haré –interrumpió a mi mamá y luego me miró a mí, para hablarme sin
gritar, pero de una manera que daba miedo–. Sube a tu habitación y quédate allí
hasta que sepa qué hacer contigo.
No dije
nada más, no tenía sentido seguir discutiendo, subí en silencio y mientras lo
hacía escuché cómo mis padres iniciaban una nueva discusión, mi mamá estaba tan
furiosa como mi papá. Me sentí mal por iniciar esa discusión pero no veía justo
que mi papá ni siquiera me diera la oportunidad de explicarme.
Mi mamá
subió después de un buen rato, se recostó a mi lado y me abrazó. –Ya sé que a
veces se pone intransigente, pero…
–I
didn’t do anything, mom –ella me besó y apretó el abrazo. Con eso entendí que
me creía.
LEEANNE
Sentí
a mi hijo muy vulnerable, Peter no era un chico que peleara, ni siquiera era
agresivo. Entendía el punto de Joe, Peter llevaba dos días en la escuela y dos
días que llegaba con el labio partido, pero en las dos ocasiones había sido la
víctima, según nos había dicho, y yo le creía. ¿Cómo no hacerlo si nunca nos ha
dado problemas? En ese momento sentí cómo lloraba abrazado a mí como nunca
antes lo había hecho. No era un llanto de dolor, o tal vez sí, aunque lo
percibí más como impotencia.
Joe
últimamente gritaba y reñía por todo, no solo a Peter, sino también a Kelly, y
a veces su frustración quería desahogarla conmigo, con la diferencia que yo sí
ponía resistencia. Sentía que mi familia había cambiado mucho en diez días. Ese
es el tiempo que llevamos en el país, pero cualquiera diría que tenemos toda
una vida por cómo los problemas, no sé de qué tipo, nos están agobiando.
Estuvimos
abrazados por un buen rato, fue él quien poco a poco se separó y se limpió las
lágrimas rápidamente, como queriendo evitar que yo lo mirase. Sonreí y le pregunté
si quería ayudarme a preparar la cena, pero el negó con la cabeza. –Estoy castigado
¿Recuerdas? –me dijo con voz ronca por el llanto.
Asentí,
nunca había desautorizado a Joe y no comenzaría a hacerlo ahora, aunque creyera
que estaba haciendo las cosas mal. –Te llamaré cuando esté lista –le dije y le
di un beso en la frente, mi pequeño adolescente solo asintió y se recostó mirando
el techo. Era evidente que el trato de Joe lo estaba afectando mucho.
PETER
Bajé
a cenar cuando mi mamá me llamó, el ambiente era tenso, hasta Kelly lo notaba, no
animó la cena con su habitual charla de cómo le había ido en la escuela. Yo no tenía
apetito, pero negarme a bajar o a comer hubiera sido peor para los ánimos.
De repente
mi papá comenzó a hablar, mirándome fijamente pero tomando la mano de mi mamá,
gesto que no me pasó desapercibido, eso me hizo pensar que la cosa era seria y
mi mamá estaba de acuerdo con él. –He pensado mucho en lo que pasó esta tarde
–sin quitarme la mirada de encima, ya me estaba poniendo nervioso–. Sé que estás
en una edad difícil y tantos cambios lo complican todo… He decidido que es hora
de darte una mejor educación y que también obtengas la disciplina necesaria –fruncí
el ceño, no entendía de qué hablaba, miré a mi mamá buscando explicaciones pero
ella no dejaba de mirar a mi papá como si tampoco entendiera–. Te inscribiré en
una academia militar en nuestro país –miré a mi papá sin poder creer lo que
había escuchado, mi boca se abrió y mis ojos se humedecieron–. Esta semana investigaré
cuál es la mejor academia para ti, comenzarás de inmediato –mi padre quería
alejarme de mi familia, no entendí qué había hecho tan malo como para que mi
papá dejara de quererme.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario