El Pequeño Magnate I - Secretos y Revelaciones

lunes, 25 de septiembre de 2017

Blanco y Negro... ¿Y el Gris?: Cap. 5



BLANCO Y NEGRO... ¿Y EL GRIS?

MAG


Historia

 


CAPÍTULO 5




                       DIEGO



            Estaba discutiendo con mi papá cuando entramos en la casa. Para él todo era muy fácil, yo tenía que estar castigado el resto del mes, pero si apenas estamos a catorce ¿Cómo me van a castigar el mes entero? Él decía que ya no sabían que hacer conmigo y por eso me habían castigado todo ese tiempo, a ver si aprendía. ¿Cómo pueden los padres ser tan crueles? 


En eso estábamos al entrar, pero me quedé de piedra cuando vi al imbécil que me había metido en problemas y por el cual estaba castigado. Estaba ahí parado la lado de mi hermana y mi mamá con cara de estúpido. No pude contenerme y me abalancé sobre él y lo golpeé, partiéndole el labio otra vez, Saraí me gritó no sé qué cosa, igual que mi mamá y mi papá. Yo no podía escuchar, estaba furioso y no me importaba nada. –¿Qué hace este imbécil aquí? –grité por encima de mis padres. Mi mamá estaba atendiendo al estúpido y mi papá me agarró por el brazo, iba regañándome mientras subíamos las escaleras. Me dio dos nalgadas muy fuertes cuando llegamos al piso superior. 


Me sentí humillado, mi papá me pegó como si tuviera la edad de Johnny, no me dolió tanto lo fuerte de las nalgadas como la humillación que me hizo pasar, estoy seguro que ese estúpido logró verme desde donde estaba, y comenzaría a molestarme en la escuela. –¿Pero, qué te pasa? –gritó mi papá metiéndome en mi habitación a la fuerza–. Ese niño no te hizo nada ¿Por qué le pegaste? 


–Ese estúpido hizo que me expulsaran –grité también, a ver si así entendía mi punto, pero solo logré que me diera dos nalgadas más. No pude evitar llorar en silencio, de verdad me habían dolido. 


–Ya cálmate, Diego –me zarandeó un poco–. No eres un niño para hacer esta clase de berrinche. 


–Pero es que tú no entiendes. 


–Lo único que entiendo es que agrediste a un niño que no te hizo nada. 


–Me quitó a Andrea –grité, como si eso explicara todo. 


Mi papá solo suspiró y me dejó en mi habitación. Mi mamá subió unos minutos después y volvió a gritarme, sin dejar que me explicara. Al parecer ese imbécil ya le había lavado el cerebro. Me castigó sin salir de mi habitación por el resto de la tarde. 


Y de nuevo estoy aquí, mirando el techo de mi habitación por culpa de ese imbécil. Como lo odio.






            PETER



Mi papá pasó por mí a casa de Saraí, la señora Juliana quiso acompañarme hasta la salida para explicarle lo que había pasado pero yo me opuse, no necesitaba que nadie hablara por mí. Por supuesto no se lo dije así, solo le hice saber que no hacía falta. 


Cuando entré en el auto, mi papá me saludó y cuando se dio cuenta de mi labio partido me miró furioso.–¿Pero, qué pasa contigo? –siseó, para que los guardaespaldas no se enteraran–. ¿Otra vez te peleaste? ¿Es que acaso te vas a pelear todos los días? 


–Dad please, let me explain to you. 


–Precisamente, estoy esperando una explicación. 


–But, you don’t let me talk to you. 


–En español, Peter –me gritó–. Aquí se habla en español. 


No sabía cómo decirle lo que había pasado, bueno, es que no me dejaba explicarle nada, ni siquiera me dejaba hablar. Siempre me he sentido más cómodo hablando en mi idioma nativo, y a veces las palabras no me salen en otros idiomas cuando tengo que explicar algo importante o cuando me pongo nervioso. Él lo sabía pero en ese momento no le importaba. 


Llegamos a casa y entró gritándome y riñéndome, tal como había entrado Diego con su papá. –¿Cómo es posible que el segundo día de clases también te hayas peleado? Si el director vuelve a llamarme o a enviarme una nota... 


–Pero no fue en la escuela –comencé a explicarme, pero enseguida me cortó. 


–¿Entonces esperaste a salir de la escuela para enredarte a golpes? Si tanto quieres boxear ¿Por qué no lo dices? 


–¿Qué sucede? –preguntó mi mamá llegando con mi hermanita al salón donde mi papá no dejaba de gritarme–. ¿Peter, cariño qué te pasó? 


–Pasó que no deja de pelear –contestó mi papá. 


–Yo no peleé –grité, harto de los gritos de mi papá–. El mismo imbécil que me hizo esto el viernes, me golpeó hoy en su casa –mis padres fruncieron el ceño, era obvio que no entendían nada, pero no me intimidaron y continué gritando–. Fui a casa de Saraí para estudiar y resultó ser la melliza de ese imbécil, cuando me vio me golpeó de la nada, pero a ti solo te importa evitar escándalos –era la primera vez que le gritaba a mi papá, no soy un chico modelo pero siempre lo he respetado. 


–Sube a tu habitación, estás castigado –gritó muy furioso, evidentemente no le gustó lo que le dije. 


–¡Pero no hice nada! 


–Joe –quiso intervenir mi mamá. 


–No te metas Leeanne, desde hace días está buscando que lo castigue y es exactamente lo que haré –interrumpió a mi mamá y luego me miró a mí, para hablarme sin gritar, pero de una manera que daba miedo–. Sube a tu habitación y quédate allí hasta que sepa qué hacer contigo. 


No dije nada más, no tenía sentido seguir discutiendo, subí en silencio y mientras lo hacía escuché cómo mis padres iniciaban una nueva discusión, mi mamá estaba tan furiosa como mi papá. Me sentí mal por iniciar esa discusión pero no veía justo que mi papá ni siquiera me diera la oportunidad de explicarme. 


Mi mamá subió después de un buen rato, se recostó a mi lado y me abrazó. –Ya sé que a veces se pone intransigente, pero… 


–I didn’t do anything, mom –ella me besó y apretó el abrazo. Con eso entendí que me creía.






LEEANNE



Sentí a mi hijo muy vulnerable, Peter no era un chico que peleara, ni siquiera era agresivo. Entendía el punto de Joe, Peter llevaba dos días en la escuela y dos días que llegaba con el labio partido, pero en las dos ocasiones había sido la víctima, según nos había dicho, y yo le creía. ¿Cómo no hacerlo si nunca nos ha dado problemas? En ese momento sentí cómo lloraba abrazado a mí como nunca antes lo había hecho. No era un llanto de dolor, o tal vez sí, aunque lo percibí más como impotencia. 


Joe últimamente gritaba y reñía por todo, no solo a Peter, sino también a Kelly, y a veces su frustración quería desahogarla conmigo, con la diferencia que yo sí ponía resistencia. Sentía que mi familia había cambiado mucho en diez días. Ese es el tiempo que llevamos en el país, pero cualquiera diría que tenemos toda una vida por cómo los problemas, no sé de qué tipo, nos están agobiando. 


Estuvimos abrazados por un buen rato, fue él quien poco a poco se separó y se limpió las lágrimas rápidamente, como queriendo evitar que yo lo mirase. Sonreí y le pregunté si quería ayudarme a preparar la cena, pero el negó con la cabeza. –Estoy castigado ¿Recuerdas? –me dijo con voz ronca por el llanto. 


Asentí, nunca había desautorizado a Joe y no comenzaría a hacerlo ahora, aunque creyera que estaba haciendo las cosas mal. –Te llamaré cuando esté lista –le dije y le di un beso en la frente, mi pequeño adolescente solo asintió y se recostó mirando el techo. Era evidente que el trato de Joe lo estaba afectando mucho.






        PETER



Bajé a cenar cuando mi mamá me llamó, el ambiente era tenso, hasta Kelly lo notaba, no animó la cena con su habitual charla de cómo le había ido en la escuela. Yo no tenía apetito, pero negarme a bajar o a comer hubiera sido peor para los ánimos. 


De repente mi papá comenzó a hablar, mirándome fijamente pero tomando la mano de mi mamá, gesto que no me pasó desapercibido, eso me hizo pensar que la cosa era seria y mi mamá estaba de acuerdo con él. –He pensado mucho en lo que pasó esta tarde –sin quitarme la mirada de encima, ya me estaba poniendo nervioso–. Sé que estás en una edad difícil y tantos cambios lo complican todo… He decidido que es hora de darte una mejor educación y que también obtengas la disciplina necesaria –fruncí el ceño, no entendía de qué hablaba, miré a mi mamá buscando explicaciones pero ella no dejaba de mirar a mi papá como si tampoco entendiera–. Te inscribiré en una academia militar en nuestro país –miré a mi papá sin poder creer lo que había escuchado, mi boca se abrió y mis ojos se humedecieron–. Esta semana investigaré cuál es la mejor academia para ti, comenzarás de inmediato –mi padre quería alejarme de mi familia, no entendí qué había hecho tan malo como para que mi papá dejara de quererme.




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