ESPERANDO EL AMANECER
MAG
Relato Corto
Eran las tres de la mañana, no había podido dormir en
toda la noche y ya no lo haría faltando solo unas horas para el amanecer. Aún
en su cama miró a su derecha y lo vio durmiendo plácidamente, sintió envidia y
a la vez ira. Recordó la pelea que habían tenido la noche anterior, esa era la
causa de su insomnio. Sin poder conciliar el sueño decidió levantarse y salir
al balcón, la brisa fría del mar golpeaba en su cara, respiró profundo esperando
que esa misma brisa fría que refrescaba su piel, refrescara su mente. No lo
logró. Deseaba gritar, sacar todo ese dolor que llevaba adentro por causa del
hombre que amaba. Giró y, una vez más, lo observó dormir. No entendía cómo
después de todo lo que se dijeron y el daño que ambos se hicieron con esas palabras,
él podía dormir tranquilamente. Se sentó en una de las sillas, comenzó a
recordar todo lo que habían vivido juntos…
En un parque, estaba leyendo un libro y
se desconcentró al escuchar a una niña llorar, era su sobrina, se había caído y
un desconocido estaba tratando de calmarla, corrió hacía ellos y la mirada del
desconocido impactó en su corazón. Luego de unas palabras, los tres comieron
helado, al tiempo que se conocían…
Así
fue cómo lo conoció, de la manera más tonta se decía, pero se había enamorado…
con cada palabra, cada gesto y cada detalle… y los recuerdos continuaron.
Una noche en la playa, tenía los ojos
vendados mientras él servía de guía hasta el lugar, le quitó lentamente la
venda de los ojos y quedó sin palabras al ver una mesa espléndidamente
preparada, velas, copas, champagne, todo a orillas del mar. Cenaron
plácidamente oyendo el murmullo de las olas, rieron como niños. Al terminar, puso
música suave, ambos se quitaron los zapatos y bailaron, las caricias comenzaron
y terminaron el baile metidos en el agua, besándose y acariciándose…
Esa
fue la primera vez que estuvieron juntos. Lo que se quedó grabado en su mente
con mayor fuerza de esa noche fue cuando amanecía…
Estaban acostados en la arena,
abrazados, viendo cómo el Sol subía lentamente por el horizonte, y después de
besarse una vez más, le dijo. –Te regalo
el amanecer, te regalo el Sol, el mar y el horizonte… Siempre que los mires,
piensa en mí y en este momento…
Esas
palabras se habían quedado en su corazón, una lágrima rodó por su mejilla al
recordar ese momento tan especial para ambos. Recordó muchas cosas más… rio con
unas, lloró con otras.
Mientras
en la habitación, él había despertado al sentirse sólo, miró el reloj y ya
marcaba las 5:37 am. Vio la puerta que daba al balcón, abierta, se levantó y
salió. Se sentó a su lado, tomó su mano y con mucho cariño secó sus lágrimas.
Se apartó bruscamente, se levantó y se dirigió a la cocina, él notó la irá y el
desprecio que sentía. Llegó a la cocina e intentó acercarse de nuevo, pero
comenzaron a forcejear, finalmente lo empujó y se fue a paso rápido a la
habitación, huyendo de él. Se quedó en el balcón mirando la playa, esa playa
donde habían consumado su amor por primera vez, esa playa que sabía tantos
secretos de los dos, se sentó en una silla y se abrazó las rodillas buscando
consuelo en sí mismo.
Él
se había quedado en la cocina pensando en cómo remediar lo que había hecho la
noche anterior, hizo café con la esperanza de que la cafeína le ayudara a
pensar, minutos después entró en la habitación, se dirigió al armario y sacó
algo del bolsillo de su chaqueta, se acercó por detrás y lo besó en la mejilla,
le dio la taza de café que sin dudarlo aceptó. Él respiró profundo, le dio un
fuerte abrazo, besó su cuello y, mientras le mostraba un hermoso anillo, le dijo.
–¡Perdóname! Quise darte esto anoche…
pero una pelea tonta me lo impidió… ¿Quieres casarte conmigo?
Una
vez más quedó sorprendido con sus detalles. Se levantó, le sonrió y lo besó
apasionadamente. Toda la rabia que había sentido hasta hacía unos minutos quedó
olvidada. En ese momento el Sol asomó el primer rayito de la mañana.
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