El Pequeño Magnate I - Secretos y Revelaciones

miércoles, 21 de febrero de 2018

Blanco y Negro... ¿Y el Gris?: Cap. 18



BLANCO Y NEGRO… ¿Y EL GRIS?

MAG

Historia

 

CAPÍTULO 18




                LEEANNE


El almuerzo de hoy fue un momento bastante tenso. Después de varios días sin venir a casa para comer en familia, Joe decidió brindarnos su compañía, supongo que la mujer con la que está saliendo hoy estaba ocupada. 

A pesar de estar con nosotros parecía estar a kilómetros. Si no hubiera sido por Kelly, todo el rato hubiera sido insoportable, ni siquiera Peter habló. Generalmente es callado pero siempre conversamos de cómo estuvo su día, sin embargo hoy su mirada estaba perdida y en ningún momento miró a Joe o a mí. 

Subí a hablar con él después de un tiempo considerable, esperando que hubiera terminado de estudiar, estaba con los exámenes finales y sé lo importante que es para el obtener buenas calificaciones. Me sorprendió encontrarlo en la cama mirando el techo, no es normal verlo así, tan callado y pensativo. –¿Cómo te fue hoy en la escuela? –pregunté mientras me sentaba en la cama a su lado. 

–Bien –me dijo muy distante. 

–¿Solo bien? –se encogió de hombros–. Tenemos que hablar –le dije llenándome de valor. 

Peter se incorporó, su expresión no había cambiado. –¿Me vas a decir que tú y papá se van a divorciar? –no me sorprendió su pregunta, cualquiera que nos conociera hubiera pensado lo mismo al ver los cambios en las últimas semanas. 

–¿Por qué dices que nos vamos a divorciar? –quería saber exactamente qué pensaba de todo lo que estaba pasando. 

–Los escuché discutir. 

–¿Has estado espiando otra vez? 

–No hace falta espiarlos, gritan suficiente como para escucharlos aquí… y en la habitación de Kelly también –la habitación de mi hija estaba un poco más retirada de la de Joe y yo, si los gritos se escuchaban en su habitación, quiere decir que realmente estábamos gritábamos durante la discusión–. Por eso nos iremos a casa de tía Sheyla. 

–Joe y yo no hemos hablado de divorcio… 

–Como dice Diego, todo es cuestión de tiempo –me interrumpió y se dejó caer en la cama. 

–Peter... –quise explicarle cómo estaban las cosas, pero nuevamente me interrumpió. 

–Mamá, tengo que estudiar Historia, sabes que esa materia no es fácil para mí, tengo que concentrarme. 

–Peter... 

–Mamá, no quiero hablar de eso. Tengo que estudiar y si papá y tú se van a divorciar, yo nada puedo hacer. 

No había forma de hablar con él, se le había metido en la cabeza que Joe y yo nos vamos a divorciar. Y sí, Joe y yo hemos sacado el tema a relucir pero nunca estando los niños en casa, así que no sé de dónde tenía esa información.




        JOSEPH


Cuando llegué al hotel Maira había llegado, siempre llegaba antes que yo y siempre me esperaba de la manera más sexy, con un hermoso y diminuto conjunto de lencería de encaje. Tiene muy buen gusto a la hora de elegir ropa interior, sexy y provocativa. Me sirvió una copa de vino tinto y brindamos por… por nada en particular, simplemente por estar juntos. Esa mujer me traía loco, era fuego puro al momento de tener sexo. Teníamos una regla tacita, nunca hablábamos de nuestras familias pero sí de las cosas que nos gustaban. Quería conocerla, me atraía no solo en el aspecto físico sino también en el aspecto sentimental, y eso no era bueno. Sé que debo alejarme de ella, pero algo me lo impide y lo que temo es que me pueda enamorar. 

No necesité la copa de vino para excitarme, esa mujer era ardiente y me deleitaba al verla, comenzamos a besarnos, acariciarnos, lentamente me quitó la ropa y yo hice lo mismo con la poca ropa que me separaba de ella. Llegamos a la cama ya desnudos, y fue ella quien me guio hasta sus pechos de los cuales disfruté como nunca había disfrutado. Hicimos el amor… no, tuvimos sexo, no podía involucrarme de esa forma con ella, yo soy un hombre prohibido y ella una mujer prohibida. Cada uno tiene su familia y lo que hacemos en esa habitación es solo deseo carnal, debía verlo de esa manera si quería evitar involucrarme sentimentalmente. Sin embargo eso no me impidió disfrutarla como otras veces lo había hecho. 

No sabía qué hora era, pero sí sabía que se acercaba la hora de que cada uno regresara a casa, estábamos abrazados hablando de sus días en América cuando aún no estaba casada. Mi celular sonó con el tema que identifica las llamadas de mi casa y me tensé, no podría explicar lo que sentí en ese momento, como si un vacío se apoderara de mi cuerpo. –¿Qué sucede? –preguntó Maira cuando me incorporé en la cama. 

–Es de mi casa –ella se levantó y fue al baño mientras yo contestaba–. Hola. 

–Hola, papi –era la voz de mi hija y se escuchaba muy afectada. 

–¿Kelly? ¿Qué sucede, sweetie? 

–Mami y Pepe pelearon y ahora están llorando. 

–¿Peter y mami pelearon? –pregunté pensando que seguro Peter había hecho algo en la escuela. Era la única forma de que Leeanne le gritara o lo castigara, Kelly dijo que si con la voz llorosa–. Tranquila, sweetie, seguro que Peter se portó mal. 

–No papi, ellos gritaron que se iban a divorciar –esa palabra disparó mis alarmas, no sabía hasta qué punto Kelly sabía lo que esa palabra significaba, pero estoy seguro que Peter sí lo sabe, y seguramente la discusión entre ellos había sido por lo que Leeanne y yo hemos estado hablando. 

En ese momento comprendí lo que estaba provocando en mi familia y no puedo decir que me sentí orgulloso de ello. –¿Estás segura que dijeron la palabra divorciar? –quise confirmarlo, aunque dudarlo era absurdo, dónde más podría haber escuchado esa palabra y que la afectara tanto. 

–Sí, papi, yo no quiero que mi mamá llore ni que Pepe llore. 

–Llego en un rato sweetie, voy saliendo para la casa. 

–No te tardes –colgué la llamada y comencé a vestirme. 

Maira salió del baño y también se vistió. –¿Problemas? –preguntó con cautela. 

–Creo que sí –poniéndome la camisa. 

–Espero que se solucionen –se acercó y me dio un toque de labios. 

–Maira no sé si debamos... –me puso su índice en mis labios para acallarme. 

–Esto durará lo que deba durar, ni un minuto más –continuó vistiéndose–. Recuerda que no tenemos ningún compromiso. 

Esas palabras se quedaron en mí, mientras iba hacia mi casa pensaba no solo en la tarde que había tenido y en esas palabras que no sabía si eran una despedida o un break en mi relación con Maira, pensaba en cómo estaba haciendo sentir a mi mujer que sospechaba de mi aventura y como eso estaba afectando a mis hijos, mi familia. No podía entender como pude caer de nuevo en la tentación, estaba jugando con fuego y creía que me había quemado o estaba a punto de quemarme. 

Llegué a mi casa y encontré a Leeanne en la cocina preparando la cena, estaba de espaldas a la puerta y si me oyó llegar, no dio muestras de ello. Me acerqué por detrás y la abracé, ella se sobresaltó y se tensó. –Joe... –aún estaba llorando, pero yo no la dejé hablar. 

No sabía lo que había pasado pero tenía que decirle muchas cosas. –Ssshhh… me encanta como hueles –la besé en el cuello y sus vellos se erizaron, siempre le pasaba, tenía cosquillas en casi todo el cuerpo y era algo que amaba en ella–. He sido un idiota, por querer buscar afuera lo que tenía aquí en casa –ella volvió a tensarse y sentí como más lágrimas cayeron. Estaba confesando mi aventura–. No me quiero divorciar, Leeanne… Te amo a ti, amo a mis hijos y no quiero perderlos a ninguno –la giré y la miré a los ojos–. Tú eres la mujer que amo y la que quiero seguir amando –la besé como hacía tiempo no lo había hecho y la llevé arriba para hacerle el amor, y esa vez sí hice el amor.




        DIEGO


Voy a tener que dejar de hablarle a Peter, lo único que hace es darme cosas en qué pensar. No me molesta pensar, me molesta son las cosas en las que pienso gracias a él. 

Mientras íbamos en el carro del papá de Andrea no podía dejar de pensar en esa estupidez que dijo Peter de que quiero a mis padres juntos otra vez... por favor, están separados hace años, yo ya superé eso, pero como él está de maricón llorando porque sus papás se van a divorciar… Bueno, tal vez sí, tal vez sí quiero que mis padres estén juntos, pero es lógico, la pasábamos bien cuando éramos una familia, ahora mi mamá está cogiendo con un niño y seguro que es por sentirse más joven. Con mi papá estaría mejor… 

Gggrrr, odio a Peter, es su culpa que no tenga nada más en qué pensar. Entiendo que él esté preocupado, todavía me acuerdo de las constantes peleas que tenían papá y mamá antes de separarse, eso es lo único que no deseo. Ver como las personas que más quieres se gritan por todo y por nada te hace sentir mal, además estaba el asunto de que uno siempre se siente culpable. Claro que sé muy bien cómo se siente Peter, yo sentí lo mismo y estoy seguro que Saraí también, quizás Johnny no porque era muy pequeño, pero lo único que uno puede pensar en esos días es “me porte mal y por eso papá y mamá pelean”. 

Llegamos en unos minutos pero yo ni me enteré por estar metido en mis pensamientos, gracias a Peter. Fue Saraí la que, con un empujón, me sacó no solo de mis pensamientos sino también del carro. –Ya bájate. 

–No me empujes –le regresé el empujón. 

–¿Seguro que estarán bien? –preguntó el papá de Andrea bajándose del carro, imagino que para asegurarse que entrábamos en la casa. 

–Sí, gracias señor Soler, mamá seguro llegará en cualquier momento –dijo Saraí demasiado amable que no me lo creía. 

–Gracias –dijo Johnny cuando bajó del carro. 

–De nada. 

Me acerqué a Andrea que estaba en el asiento del copiloto y no se había bajado. –Te llamo más tarde para decirte lo del examen del lunes. 

–¿Pero no vas a ir a casa de tu papá más tarde? 

–Seguro que sí, pero igual te llamo –le guiñé el ojo. Ella me sonrió y yo a ella. ¿Que podía hacer? Estoy enamorado de ella y ella lo sabe pero me hace sufrir. 

Cuando me alejé del carro vi que su padre estaba parado frente a la puerta del piloto con cara de querer matarme. –¿No vas a entrar? –me preguntó muy serio. 

–Sí, señor… ya… Adiós Andrea –me despedí–. Gracias por traernos. 

–De nada. 

Entre en la casa y subí a mi habitación, había perdido el apetito, entre Peter y Andrea mi mente estaba demasiado llena que no podía pensar en comer.
        



                LEEANNE


Joe me sorprendió muchísimo con su actitud. Después de hablar con Peter fui a mi habitación, necesitaba despejarme un poco, pero una hora después Peter entró de repente y me confrontó, comenzó a gritar y a vociferar, al principio no entendía qué le pasaba pero luego comprendí que la conversación que tuve con él, o más bien la que quise tener con él en su habitación, no la habíamos terminado. Los dos gritamos mucho y cosas muy fuertes, y cada uno terminó en su habitación llorando. Hasta que llegó Joe y se comportó como el hombre tierno y amoroso del cual me enamoré hace diecisiete años. 

No lo dijo con todas las palabras pero entendí que tenía una amante. No pensaba perdonarlo por ello, pero fue lo que hizo después lo que me llevó a perdonarlo. Me hizo el amor como la primera vez, como siempre que nos reconciliábamos. Después de estar juntos nos quedamos un buen rato abrazados, no podíamos darnos el lujo de permanecer mucho tiempo encerrados en la habitación, sobre todo con una niña de seis años, muy curiosa, rondando por la casa. Nos duchamos juntos lo más rápido que las ganas nos dejaron. Debo admitirlo, tenía mucho tiempo deseándolo y ahora que por fin lo tenía no quería dejarlo ir. 

Bajé para terminar la cena mientras él se quedó mirando la televisión, estaba de muy buen humor, pensaba que nada podría cambiar mi estado de ánimo. Hasta que llamé a todos a cenar. La primera en llegar como un huracán fue Kelly, no sabía que Joe estaba en casa y se emocionó muchísimo cuando lo vio bajando las escaleras, fue hasta donde estaba y se abalanzó sobre él. Los dos tomaron sus asientos en el comedor pero Peter no bajaba y supuse que seguía molesto conmigo, iba a subir para hablarle pero Joe me detuvo y prefirió ir él. 

Sus gritos me alertaron, subí inmediatamente y entré en la habitación de mi hijo. –¿Dónde está Peter? –preguntó furioso. 

–¿Cómo que dónde está? Tiene que estar aquí, no ha salido –dije desesperada sin entender por qué me preguntaba por Peter. 

–No está –gritó. 

–¡Peter, Peter! –salió de la habitación gritando. 

Lo buscamos por toda la casa pero no estaba, se había ido y mi mayor temor se hizo realidad, mi hijo estaba desaparecido.





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